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El Hijo del Curandero cap 6

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Capítulo 6: Coronas blancas

Septiembre


-"¡Apuntalad la entrada! ¡Proteged las puertas con vuestras vidas! ¡¡Resistid!!"- Los gritos del capitán Grant reflejaban la difícil situación en la que se encontraban. Eran ya diez días de asedio y sus hombres estaban cansados y heridos. Habían sufrido bajas terribles debido a las malas artes del ejército invasor. Elfos oscuros... cada vez que oía las acciones crueles de aquellos seres su cuerpo se estremecía. La puerta volvió a ser azotada con violencia a la vez que un ensordecedor gruñido de bestia podía escucharse detrás de los muros: -"Hatchlings."- Pensó amargamente Grant.
-"¡Mi señor! ¡Las puertas no aguantarán mucho más!"- Gritaba un caballero, desesperado.
-"¡No deis ni un paso atrás! ¡Ya sabéis que contra ellos no hay rendición posible! ¡Cuando marchan a la guerra no hacen prisioneros! ¡Lanceros a primera fila! ¡Arqueros a las torres! ¡Los demás a la retaguardia!"- Las órdenes de Grant eran claras y precisas y sus hombres, inspirados por su seguridad conservaban la moral alta. Pero sin duda, lo que más intrigado tenía a Grant era el que fuese el ejército de la mano sangrienta quienes les asediaban. Se suponía que el rey había zanjado el asunto, sobornando a la alianza de los manos sangrientas, los colmillos negros. La jugada del rey para evitar que el temido comandante y estratega elfo oscuro y líder de los manos sangrientas funcionó perfectamente, siendo asesinado junto a gran parte de su clan en su reunión con los colmillos negros "sobornados" para asediar el castillo. Sin embargo, alguien debió sobrevivir, alguien que debería haber sido silenciado, habló... y preparó  un enorme ejército, el ejército que los estaba asediando con terrible frialdad y con calculados movimientos. Otro golpe hizo saltar cientos de astillas del portón. Era ya cuestión de tiempo recibir la carga de cientos de elfos oscuros en el patio del castillo.

-"¡Mi señor! ¡Le seguiremos hasta el final!"- Vociferó un soldado,
-"¡Hasta la muerte, mi señor!"- Gritaron todos los soldados reunidos al unísono. Grant miró orgulloso a sus soldados mientras desenfundaba su espada.
-"¡Mientras este en pie, este castillo no caerá!"- Gritó Grant
-"Entonces... ¿Si te mato aquí y ahora, el castillo será nuestro?"- La voz profunda y fría de una mujer sonó detrás de Grant, que giró sobre sus talones para descubrir a una elfa oscura, vestida con ropas oscuras y que empuñaba una sola y fina espada ¿Cómo había llegado allí? ¿Cómo había podido burlar a todos los soldados que luchaban ahí? Como un espectro, realizó un solo movimiento y Grant notó el terrible dolor de la espada envenenada penetrando por su garganta.

-"T...tú... ¡no... no es posible! Aquellos... rumores... de la... asesina de las sombras... agh."- Dijo Grant antes de caer al suelo.
-"Llámame Ilith, asesina de la mano sangrienta."- Dijo Ilith Mientras la puerta cedía y entraban sus guerreros para masacrar al desmoralizado ejército de Giran. El castillo era suyo.

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Los días pasaban y las noticias volaban de un lado a otro. El clan de la mano sangrienta había conquistado el reino de Giran y ahora gobernaban la zona cruelmente, bajo la esclavitud y la opresión. Los diezmos habían aumentado y todo aquel que no podía pagar era ejecutado. Era la manera de hacer las cosas de los elfos oscuros: Para ellos, los humanos no eran más que ganado, simples herramientas para usar y tirar. Las calles respiraban un ambiente opresivo y nadie se atrevía a salir de sus casas al anochecer. Nadie esperaba un contraataque tan aplastante del clan de la mano sangrienta después de la perdida de su líder, pero al parecer, un nuevo general había aparecido y ayudado por los sabios consejos de su mano derecha habían conseguido una aplastante victoria. Aquella "mano derecha" había provocado mucho más miedo y temor que el propio nuevo rey de Giran. Eran muchas las historias de una hermosa elfa oscura que vestía un siniestro traje negro. Rápida e increíblemente silenciosa y ágil, dicen los que la han visto actuar que es una terrible asesina, que a pesar de las numerosas cicatrices y la falta de su brazo derecho, es capaz de infiltrarse en el centro del ejército enemigo y asesinar sus oficiales antes de desaparecer entre las sombras. Ilith, el espectro, la muerta silenciosa, la muerte en el aire... cientos de nombres han circulado de boca en boca, afirmando la terrible habilidad de la asesina. Si hay algo que aterroriza a las gentes de Giran, es sin duda desobedecer cualquier mandato y descubrir que al anochecer no estas solo en tu casa... -"Cumplid la voluntad de nuestro señor oscuro, o Ilith vendrá a por vuestras almas"- Decían las gentes... y no se equivocaban.

Aquella noche, el sonido metálico de los centinelas al correr por las calles también era audible. "Otro desgraciado que se ha atrevido hacer enfadar a alguien del castillo..."- Pensaba el curandero mientras volvía a beber otro sorbo de licor. Los acorazados pasos de los centinelas se alejaron hasta detenerse un poco más abajo de su casa. Un golpe seco y los gritos de clemencia de su vecino rompieron el silencio de la noche a medida que  los centinelas arrastraban a un hombre que pedía clemencia.

-"Ja... vaya tonto... ¡Debiste pagar el diezmo!"- Pensaba el curandero mientras bebía otro trago y apoyaba su cabeza contra la mesa, mareado por el efecto del vino. Sin embargo, el hombre percibió algo en el salón donde se estaba emborrachando. Una leve brisa que le puso los pelos de punta y que casi hace que la vela que tenía encendida se apagase. Lentamente, el curandero empezó a levantar la vista... Nada, solo el viento que había abierto la ventana. El hombre suspiró y se acercó hasta la ventana, cerrándola con un ruido seco. En el momento en que cerró con firmeza la ventana, la luz de la vela se apagó, y el curandero quedó paralizado de miedo, como un elpy frente a un lobo hambriento.

-"El curandero más famoso de Giran... ¿Cierto?"- Una femenina, profunda y siniestra, demasiado para ser humana, susurró en la oscuridad. El curandero empezó a darse la vuelta, muy lentamente a la vez que su cuerpo temblaba de puro terror. -"No parece que los negocios te vayan muy bien. Tus reservas de medicinas están casi vacías y tu aspecto es deplorable... ¿Me pregunto qué le habrá ocurrido al mejor curandero de Giran para descuidar así todas sus medicinas?"- Continuó aquella siniestra voz mientras el curandero observaba como en medio de la oscuridad se dibujaba la esbelta silueta de una elfa y como un tímido brillo de una hoja terriblemente afilada iluminaba donde antes estaba sentado él. No podía ser aquella de los rumores... la muerte silenciosa...

-"Ah...ah... ¿D...desea al...algo? N...no he incumplido nin...ninguna ley de nuestro nuevo rey..."- Dijo temblorosamente el curandero.
-"Dime... ¿Dónde esta Justin?"- Preguntó Ilith.
-"¿Jus...tin? ¿Justin? ¿Mi hijo? ¡E...ese mal nacido desapareció hace un año, mi señora! ¿Tal vez... tal vez les ha ocasionado algún problema? ¡Les aseguro que ya no vive aquí! ¡Puede registrar toda la casa! ¡Yo ya no tengo ninguna relación con él!"- Dijo el curandero, intentando salvar la situación.

Ilith dio un acrobático salto y lanzó una terrible patada al curandero, que salió despedido hasta la calle, rompiendo la ventana. Con la nariz rota, el curandero intentó levantarse, pero una bota puntiaguda le pisó la cabeza, que se estrelló contra el suelo, cortándose con los cristales de la ventana rota,

-"¿No tienes ninguna relación con él? ¡Por desgracia eras su padre, bastardo!"- Gritó Ilith mientras agarraba el brazo del curandero y se lo rompía con una llave.
-"¡Aaaaargh! ¡Basta, por piedad! ¡Yo ya no se donde esta ese mocoso! ¡Por favor basta! ¡Argh!"- Gemía el curandero.
-"Por eso mismo, sucia rata, serás castigado. Eres tal y como había imaginado. Un cobarde dispuesto a vender a cualquiera por salvar tu sucio pellejo, incluido a tu propio hijo."- Añadió Ilith mientras liberaba al hombre. Dos guardias acorazados aparecieron ante el escándalo que se había producido.
-"¡Mi señora Ilith! ¿Ha ocurrido algo?"- Dijeron los dos guardias.
-"Llevaos a este hombre al castillo. Llevadlo a la sala de torturas y practicad vuestros juegos más crueles con él hasta que se os canse el brazo... ¡¡Pero no le matéis!! Hacedle sufrir durante doce largos años... ¡Hacedle vivir en el tormento y la agonía durante los mismo años que su hijo tuvo que sufrirle! Si antes de esos doce años muere, yo misma acabaré con vosotros."- Dijo Ilith y acto seguido, giró sobre sus talones y se alejó del lugar, entre las sombras, bajo los gritos y lloros de piedad del curandero.

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-"Cuanto tiempo sin verte, mi pequeño amigo."- Decía Ilith mientras acariciaba el collar que colgaba sobre su antigua espada, clavada sobre un túmulo donde se alzaba la tumba de Justin, en el fondo de aquel acantilado donde ellos dos pasaron cerca de tres meses.
-" No se si estarás orgulloso de mi, Justin. Como puedes ver, somos elfos oscuros. Hemos sometido esta ciudad a nuestra voluntad, con tiranía y crueldad. Era mi deber, Justin... perdóname si eso te entristece."- Ilith hablaba mientras limpiaba el filo de la espada y el collar que una vez le regalo al pequeño.
-"Desde el día que te fuiste, solo pensé en vengarme del hombre que te causó tanto dolor, y así lo he hecho, Justin. Sin embargo, nunca me perdonaré que por no haber reaccionado antes, tu vida fue apagada como un fuego sin leña... lo siento tanto, Justin."- Ilith acarició aquel pequeño anillo de plata que sujetaba Justin con todas sus fuerzas aquel día: Un regalo para ella. Acto seguido, Ilith acarició la empuñadura de su pequeña daga y desenvaino la afilada arma.
-"Como ves, yo ya no tengo más objetivos que cumplir, Justin. Esta será la última vez que Ilith, del clan de la mano sangrienta, actué como la asesina que llegó a ser."- Dijo Ilith, orientando la punta de la daga a su corazón.-"Tal vez, yo también deba liberarme de esta vida..."

La hoja de la daga empezó a clavarse en la piel de Ilith hasta que algo la detuvo. La antigua espada clavada en la tumba de Justin se astilló en aquel momento, dejando caer unas esquirlas de metal en el suelo. Ilith miró la tumba y recapacitó. Sonrió y volvió a guardar la daga en su funda.

-"Tienes razón, Justin. No puedo ser tan egoísta. Tu diste la vida por mi... me cuidaste hasta el final, aun sabiendo que era una elfa oscura. Si te debo algo, no es mi vida... si no mi voluntad de vivir. Viviré por los dos, Justin. Te lo prometo."- Y dicho esto, Ilith depositó el anillo que le iba a regalar Justin junto al collar mientras miraba las cientos de flores blancas que brotaban por toda la tumba.

-"Vaya... Coronas blancas."- Dijo Ilith antes de marcharse del lugar.


FIN     
Comments5
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buu pense q justin se iria con ilith u.u

buena historia si